La Habana, Cuba. – Se fue Pablo, el cantautor de melodiosa garganta, el que cantó a sus amigos, a su pueblo y a Yolanda; el mulato bayamés que se extendió por la patria y desbordó en tierra firme la antigüedad renovada de las pasiones que somos y del fervor que no acaba.

Se fue Pablito, siguiendo el compás de una tonada que él sabía de memoria, pues la llevaba incrustada en las jaulas del recuerdo y vericuetos del alma.

Se fue Pablo, que un día dijo que si a la muerte encontraba, la apartaría diciéndole que de ti no quiero saber nada.

Se llevaron el cadáver a dormir en tierra extraña, pero su sueño se queda en la música cubana.

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