Dos días le faltaban para cumplir los 25, pero al capitán del Ejército Rebelde, Osvaldo Herrera González, una delación le llevó a prisión cuando finalizaba la misión de reorganizar el Movimiento 26 de Julio en Bayamo, Holguín, Las Tunas y Manzanillo.

En la cárcel de Bayamo fue torturado salvajemente, y no cedió aquel santaclareño que instó a sus compañeros a seguir la lucha y mantener la necesaria unión que propiciaría la victoria; a los sicarios les hizo saber quién era y por qué luchaba.

El 23 julio de 1958, privó su vida al ahorcarse con el cinto, y como expresó Camilo Cienfuegos, prefirió llevarse a la tumba todos los secretos que sabía.

Osvaldo Herrera González: el guerrillero de la Sierra Maestra y antiguo estudiante de Derecho, eligió morir antes que traicionar a sus compañeros de ideales.

Medalla del valor

La muerte del capitán del Ejército Rebelde, Osvaldo Herrera González, resultó particularmente dolorosa para su jefe, el comandante Camilo Cienfuegos, quien manifestó que había muerto como un hombre, como un héroe, y resistió en la prisión sin debilitar en ningún momento su voluntad de acero.

Cuando el Señor de la Vanguardia escribió a los padres y hermanos de Osvaldo, les dijo: “Ustedes perdieron el hijo, el hermano amado, nosotros el compañero insustituible, fiel y valiente, la Revolución perdió a uno de sus mejores Capitanes, Cuba uno de sus mejores hijos”.

En agosto de 1958, un mes después de su muerte, se creó la Medalla del Valor Osvaldo Herrera que, explicó Camilo Cienfuegos, era concedida a los hombres destacados en actos de heroísmo.

Del joven capitán quedó la viril resistencia frente a los esbirros de la tiranía.

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