Museos y colecciones de Cuba, Europa y Estado Unidos exhiben las pinturas de Mariano Rodríguez Álvarez, el multifacético artista que también abrazó el dibujo, la ilustración de libros, la cerámica, y el diseño de escenografía y vestuario para ballet.

Entre los más significativos pintores de la segunda generación de la vanguardia histórica cubana, sus lienzos ofrecen luz, sensualidad y alegría en todas sus concepciones estéticas que van desde la influencia del muralismo mexicano, hasta la experimentación en gallos, campesinos, y el protagonismo de las masas.

A pedido de Haydée Santamaría, asumió la promoción de las artes plásticas en Casa de las Américas, luego ocupó la vicepresidencia y, a la muerte de la heroína, la presidencia. Mariano Rodríguez, Orden Félix Varela y Doctor Honoris Causa en Arte, nació en La Víbora, el 24 de agosto de 1912.

El pintor de los gallos

En 1941, el pintor Mariano Rodríguez abrió el tema de los gallos en su obra, ícono al que fue fiel, incluso, hasta en la etapa abstracta.

Asidero de búsquedas formales, “El pintor de los gallos” decía que cuando quería introducir algún cambio en la línea de creación, pintaba un gallo y, si salía bien, iba por buen camino: “No pinto gallos con plumas, ni en situaciones reales, sino como expresión de mis preocupaciones plásticas”.

El guajiro y el gallo que anuncia el sol, nunca lo despide, tuvieron valor como arquetipos para este artista que defendió en sus lienzos el aliento de lo cubano.

El poeta y amigo Mario Benedetti dijo de Mariano Rodríguez que cuando la crítica trató de encasillarlo, paradójicamente solo pudo echar mano a los adjetivos de la insubordinación, y así se dice que su pintura es exuberante, alegre, dinámica, esencial.