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La Habana, Cuba.- La Universidad es el momento en que se termina de forjar el carácter definitivo de un joven, cuando se adhiere a las convicciones que probablemente defenderá el resto de la vida.

Así le sucedió a Fidel, él mismo testificó que en la universidad se hizo revolucionario, martiano y socialista. La longeva casa de altos estudios capitalina fue testigo de los pasos fundacionales de lo que luego sería Moncada, Presidio, yate Granma, Sierra Maestra, Revolución Cubana.

Bajo la presidencia de Ramón Grau San Martín y con los lastres arrastrados de gobiernos anteriores, Fidel comienza la Universidad. Cuba es entonces un hervidero de tensiones, corrupción, gánsteres, frustración tras el fracaso de la Revolución del 30, jóvenes inconformes con una República que no cumplía las máximas martianas.

Matizaban ese entorno, en el plano internacional, el fin de la segunda Guerra Mundial y el inicio de la Guerra Fría.

Universidad y fragua

Ya graduado, Fidel participa en protestas estudiantiles en Cienfuegos, ocasión en que sería detenido y remitido al Vivac de Santa Clara, donde fue juzgado y asumió su propia defensa.

Cuentan que hizo una apasionada denuncia de la corrupción del régimen de Prío, la falta de garantías constitucionales, el asalto de los sindicatos por los pandilleros y otros males del país. 

Fidel tuvo en la Universidad de La Habana una fuente de saberes imprescindibles para su formación como abogado y una tribuna desde la cual dirigirse a los jóvenes de cuerpo y de corazón.

Desde entonces, el líder avizoraba que las fuerzas políticas tradicionales solo con buena voluntad no podrían eliminar los males que minaban los cimientos de la nación. En los predios de la colina universitaria Fidel fraguó sus ideas de revolucionario y hombre de leyes que demostraría a lo largo de su vida.