Mucho se ha insistido en la universalidad del pensamiento de Fidel Castro Ruz y, entre sus múltiples facetas, su comprensión del papel de la cultura en la nueva sociedad que contribuyó a consolidar.

Cuando en momentos de gran complejidad, el Comandante en Jefe aseguró que la cultura era el escudo y la espada de la nación, hacía suyas las palabras de Martí cuando dijo que trincheras de ideas valen más que trincheras de piedra.

Ahora, cuando grupúsculos contrarrevolucionarios tratan de desvirtuar el papel de la cultura, vale remitirnos a las históricas palabras de Fidel a los intelectuales en junio de 1961, cuando afirmó: «La Revolución quiere que los artistas pongan el máximo esfuerzo en favor del pueblo, quiere que pongan el máximo de interés y de esfuerzo en la obra revolucionaria.

Y creemos que es una aspiración justa de la Revolución».

Sin cultura no hay libertad posible

En sus célebres Palabras a los intelectuales, en 1961, Fidel Castro Ruz estableció las bases de lo que después sería la política cultural de la Revolución. Se trata de un documento esencial, pues nunca antes se había otorgado a la cultura un papel determinante en la vida social y política del país.

El pueblo siempre estuvo en el pensamiento del líder, al punto que abundó: «Ya venía el Gobierno revolucionario preocupándose por la extensión de la cultura al pueblo.

Nosotros hemos sido siempre muy optimistas. Creo que sin ser optimista no se puede ser revolucionario, porque las dificultades que una Revolución tiene que vencer son muy serias.

¡Y hay que ser optimistas! Un pesimista nunca podría ser revolucionario». Sin ser artista, Fidel tuvo la sensibilidad y el empeño de dar cauce al acervo cultural de la nación.