La Habana, Cuba. – Lo que un grupo ambiciona, cae. Perdura, lo que un pueblo quiere, expresó José Martí al conceptualizar su obra maestra en bien de la unidad: el Partido Revolucionario Cubano, máxima expresión del independentismo de nuestro pueblo.

Que no fue solo un instrumento capaz de aglutinar y promover la unidad de todos los patriotas, sino que también contribuyó al apoyo y los recursos económicos necesarios para el logro de los propósitos emancipadores.

Bajo esos principios, el 10 de abril de 1892, se funda el Partido Revolucionario Cubano, colofón de los esfuerzos del Apóstol, de su integridad y capacidad política, espíritu de sacrificio e inteligencia, para alcanzar una forma superior de organización y  lucha con relación a etapas precedentes.

Continuidad histórica

Aunque los propósitos de libertad enunciados por José Martí al crear el Partido Revolucionario Cubano no tuvieron concreción inmediata, desde 1959 nuestro país materializa los ideales independentistas y da continuidad histórica a la existencia de un partido único.

Como continuador de ese proceso de unidad político–revolucionaria se erige el Partido Comunista de Cuba, resultado tanto del domino teórico como de la experiencia práctica de los cubanos a través de su lucha por la liberación nacional.

Su concepto de Partido único para dirigir la Revolución y unir a todos los sectores de la sociedad está en la tradición de Cuba.

En su seno prevalecen la sencillez, la modestia y el vínculo con las masas, que es lo que le da pujanza, ascendencia y prestigio.

Nuestra fuerza vigilante

Los contextos actuales reclaman, como primera exigencia para el Partido Comunista de Cuba, articular todos los medios y fuerzas con que cuenta para fortalecer la unidad patriótica y moral del pueblo.

Principalmente cuando el enemigo cifra sus esperanzas en la vulnerabilidad de las nuevas generaciones y de determinados grupos o sectores de la sociedad para fomentar división, apatía, desarraigo y falta de confianza en la Revolución.

El Partido Comunista de Cuba, martiano y marxista-leninista, en su condición de Partido único de la nación, fragua los intereses supremos de construir el Socialismo y preservar las conquistas alcanzadas.

El empuje de seguir luchando por nuestros sueños de justicia para Cuba y la humanidad toda se convierte en su acicate cotidiano.