La Habana, Cuba. – Poco antes de morir, el 28 de julio de 1750, Juan Sebastián Bach recuperó la vista, quebrada durante años: la alegría le fue efímera al genial músico, fallecido a los 65 años en la ciudad alemana de Leipzig.

En él se reconoce al “Padre de la música”, pues su obra resume una familia de intérpretes y compositores en la cual Juan Sebastián fue el más trascendente y en la que más de 35 fueron famosos.

Sin embargo, en vida tuvo apremios económicos que le hicieron ocuparse como maestro de capilla, violinista, violagambista, director de orquesta y coros, organista, cantor y clavecinista.

Juan Sebastián Bach fue hábil en improvisar al teclado y su amplia obra se ubica en la cima del período barroco, descollando en dimensión intelectual, perfección técnica, belleza artística y síntesis de diversos estilos nacionales.

Más de dos siglos de “Bachs”

Los Bach de Turingia constituyen una familia musical extensa, pues dieron nombres reconocidos en el arte filarmónico a lo largo de más de 200 años.

Si bien Juan Sebastián Bach fue el más eminente en la posteridad, su padre, Johann Ambrosius, era violinista y trompetista, y los tíos, músicos profesionales como organistas de iglesia, músicos de cámara de la corte y compositores.

Incluso, 9 de los 20 hijos que tuvo en sus dos matrimonios, cultivaron la música y Carl Philipp Emanuel y Johann Christian alcanzaron a ser más reconocidos en su época de lo que había sido el padre.

A la muerte de Juan Sebastián Bach, respetado como el último gran maestro del arte del contrapunto, la familia repartió su legado musical y mientras Wilhelm Friedemann perdió o vendió varias obras para pagar deudas, Carl Phillip Emanuel conservó bastante de ellas.