La Habana, Cuba. – Tiene 73 años y aún conserva esa claridad meridiana que siempre la caracterizó. La “directora Aida Álvarez” -como todavía la llaman quienes estuvieron a su abrigo durante tres años en la entonces Escuela Formadora de Maestros Primarios José Martí, de Cojímar-, recuerda con mucho cariño aquella etapa.

Fueron 43 años en el sector de Educación, de ellos 35 en el pedagógico de Cojímar, una etapa de su vida que jamás podrá olvidar, sobre todo, por lo que logró aquel colectivo de profesores bajo el mando de Josefa Ramos. La única meta: formar buenos maestros, que fueran responsables en todos los aspectos de la vida. Y no fue difícil, porque los alumnos egresados de noveno grado, adolescentes al fin, son más fáciles de educar en el amor al magisterio.

Sin embargo, la ya jubilada profesora de Filosofía, Aida Álvarez, lamenta la desaparición de aquellas instituciones formadoras de maestros primarios, que jugaron tan importante papel. La decisión de cambiar los planes de estudios y captar alumnos de doce grado para la formación de esos maestros originó una disminución de la matrícula en las escuelas pedagógicas.

En la reunión con los profesores, donde se anunció la decisión, Aida lo vaticinó: “los alumnos que cursan el preuniversitario aspiran a otras profesiones; si acaso ponen carreras pedagógicas como última opción, es una realidad”. Recuerda cómo la decisión dañó al claustro. Ella, por ejemplo, que impartía Filosofía, tuvo que emigrar a la enseñanza media, de la cual no conocía nada. Aun así, el amor a la profesión la llevó a dirigir la secundaria Reinaldo Cruz, en Cojímar, donde empleó muchísimas horas de trabajo diario para lograr un colectivo cohesionado que, además, trabajara con los pioneros. Pero no todos emigraron a otras enseñanzas, varios compañeros no soportaron el cambio y se jubilaron.

El reencuentro

Encuentro en San José de las Lajas, de Aida Álvarez con ex alumnos del Pedagógico José Martí

La “directora Aida Álvarez” cuenta emocionada del encuentro con sus antiguos alumnos de la Formadora de Maestros Primarios José Martí, el pasado diciembre, a quienes dirigió por tres años. “Fue un aliciente en mi vida encontrarlos después de 36 años. Ya estaba ansiosa por verles, porque las llamadas a casa no cesaban; aún aparece alguno que no se enteró de aquella cita en San José de las Lajas. Allí supe de la vida de cada cual, muchos emigraron y aun así se sumaron a la actividad conectados por las redes. Lo único que sentí fue un orgullo inmenso de haber entregado a la sociedad buenos seres humanos, tan responsables, porque ya sea en Educación o no, varios ocupan cargos de dirección”.

Y es que todo parte de aquella enseñanza que recibieron los alumnos de la entonces Formadora de Maestros Primarios José Martí. Allí aprendieron -al decir de Aida- que el buen educador es el que llega temprano a la escuela, con buenas clases preparadas, velando siempre por su porte personal y vocabulario; aquel que es ejemplo en todas las esferas de la vida, que se involucra hasta con los problemas personales de sus alumnos.

“El método Aida Álvarez”

Aida Álvarez, directora del grupo que se formó como maestros primarios en la José Martí, de Cojímar, de 1981 a 1985

Para los graduados de la Escuela Formadora de Maestros Primarios José Martí, en Cojímar, Aida Álvarez es el paradigma de educadora que muchos debieran imitar:

“Fue la persona que inculcó valores y principios éticos, quien nos iluminó con su ética, dedicación e inmenso cariño”, refiere Alfonso Lauserique, mientras Yusimí Báez la cataloga como “la combinación perfecta entre rigor y sensibilidad, una persona de mucho respeto y sabiduría, exigente pero siempre pendiente de los problemas académicos y personales de sus alumnos; una madre más en aquella beca del Pedagógico y así ha seguido para toda la vida”. Digna Rodríguez señala: “su paciencia y a veces su impaciencia hicieron que en tantos años no la olvidara, por lo mucho que nos enseñó”.

Por su parte, Ruben Mompellier reflexiona: “es curioso que cuando eres adolescente, en ocasiones deseas no ver a esa persona que te requiere constantemente lo mal hecho; sin embargo, cuando te enfrentas a estudios superiores y a la vida laboral, te das cuenta el porqué de los regaños. Me sorprendí mucho cuando contactamos con ella después de tantos años, de cómo recuerda el nombre de la mayoría de sus alumnos y el lugar donde vivían, del cariño tan inmenso que guarda por aquel grupo de maestros que formó y que nos graduamos con 17 y 18 años. Pienso que somos su obra intelectual más grande, siempre la llevaré en mi corazón”. Y coincide con Rubén, la hoy peluquera Miriam Pavón: “fue muy recta y nos sirvió, porque gracias a eso, la disciplina nos ha acompañado siempre en todos los aspectos de la vida”.

Anneris Baranda la cita como “ejemplo de educadora”, en tanto Ania Milián y Daima Sánchez la consideran una de las mejores directoras que pasaron por su vida, pues “fue muy exigente, pero siempre pendiente a todos los pormenores de la vida de sus alumnos y dando el consejo oportuno”. Marlén Fuentes está agradecida a la vida por haber tenido una directora tan competente y humana, pues gracias a su formación “hoy somos excelentes maestros y seres humanos, buenos hijos y buenos padres”. Georgina Polier la tiene como la persona más especial que ha conocido, “siempre una excelente educadora; es el más bello recuerdo que tengo en mi vida”. Los hoy directores de escuela María Emilia Posada y José Ceballos agradecen la enseñanza y ejemplaridad recibida por parte de Aida, al tiempo que Ceballos sentencia: está el método Stanislavski, el método Makarenko, pues yo, como director, aplico el método “Aida Álvarez”.

Y creo que con eso, lo resume todo de esta ejemplar educadora que todos sus alumnos llevarán siempre en el corazón.