El calendario histórico cubano tiene un día de luto inolvidable en la fecha del 16 de agosto, con la muerte del destacado líder político Eduardo Chibás Rivas, un día como ese de 1951.

Nacido 44 años atrás en el seno de una familia de holgada posición económica y profundas raíces mambisas, desde su época estudiantil en el Instituto de La Habana comenzó a definirse su proyección social.

Al iniciar estudios de Derecho, en 1926, en la Universidad Nacional, participó en la lucha frontal por la autonomía del centro de altos estudios y contra quienes mancillaban a la Patria, camino que sólo interrumpió su muerte.

Fundador junto a Julio Antonio Mella del Directorio Estudiantil, Eduardo Chibás se opuso a los desmanes del tirano Eduardo Machado.

Vergüenza contra dinero

La línea mantenida por Eduardo Chibás lo llevó a tomar parte activa en la vida política cubana, pues supo encontrar su lugar junto al pueblo, para luchar contra el pillaje y ser fiel a su lema de “vergüenza contra dinero”.

Fundó el Partido conocido popularmente como Ortodoxo, que era distinto a todos los que existieron en la primera mitad del pasado siglo en Cuba, en la misma medida que era diferente su líder, que fue senador y luego propuesto candidato a la presidencia de la República.

Desde su programa radial, del domingo por la noche, Eduardo Chibás supo poner en alerta al pueblo de los desmanes que sucedían.

El doctor Pelayo Cuervo, un jurista de prestigio asesinado años después, dijo que Chibás “era la expresión moral más alta del movimiento revolucionario. Su nombre servirá de estímulo para reunir a los cubanos de buena fe.”

Continuación de la obra de Chibás

La visita que hizo el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, en enero de 1959, a la tumba de Eduardo Chibás, en la capital, devino acto de homenaje al líder de la ortodoxia.

Fidel recordó en esa ocasión la muchedumbre inmensa que acompañó al féretro de Chibás hasta su lugar de reposo.

Años posteriores al asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, Fidel rememoraba ante el pueblo reunido junto a la tumba de Eduardo Chivas que sin la prédica de ese revolucionario, sin el civismo y la rebeldía que despertó en la juventud cubana, el 26 de Julio no hubiera sido posible.

El 26 de Julio fue, pues, la continuación de la obra de Chibás, el cultivo de la semilla que él sembró en nuestro pueblo”.