La modestia fue uno de los grandes dones de Carlos Benigno Baliño López, “ese cubano de oro, ese levantado Baliño”, como lo llamó Martí.

Nacido en tierras de Guanajay, el 13 de febrero de 1848, la figura del precursor del socialismo en Cuba, vinculado a Martí en la fundación del Partido Revolucionario Cubano y a Julio Antonio Mella en la creación del primer Partido Comunista de Cuba, merece reconocimiento.

Carlos Baliño se entregó a la lucha desde su adolescencia. Compañero de Martí en los afanes independentistas, desplegó junto con este una intensa labor con vistas a constituir los clubes de emigrados y organizar y apoyar la “guerra necesaria”.

Con el advenimiento de la República se entregó a la lucha obrera.

Cubano de alma hermosa

La vida y obra de Carlos Baliño está ligada al movimiento obrero cubano y a la difusión en Cuba de las ideas del marxismo. Martí, quien fuera su amigo y compañero, lo consideró como “un cubano que padece con alma hermosa por las penas de la humanidad, y sólo podría pecar por la impaciencia de redimirlas”.

Pionero de la clase obrera, fueron muchos sus esfuerzos para crear un Partido de la clase obrera. Baliño Y Mella sobresalieron como las figuras máximas de aquel  Primer Congreso Obrero.

Antes, el viejo marxista había desplegado una intensa labor con vistas a organizar los clubes de emigrados y en la creación del Partido Revolucionario Cubano, fundado por Martí.

Periodista y poeta, Baliño trabajó duramente en la organización de las agrupaciones comunitarias, base del primer Partido Comunista de Cuba.

Legado que  honra

La fundación por Mella y Baliño de aquel primer Partido Comunista de Cuba fue un duro golpe para el entonces recién estrenado régimen de Machado.

Impuesto de lo que eso representaba para los revolucionarios cubanos, el tirano desató una sangrienta represión. Mella, detenido bajo la acusación de terrorista, se declaró en huelga de hambre. La fuerte presión de las masas obligó a Machado a ponerlo en libertad.

40 militantes comunistas encararon un injusto proceso judicial. Baliño, enfermo y con casi 80 años, no escapó de los vejámenes y fue sometido también a juicio sumario. Instruido de cargos, se ordenó su reclusión en la cárcel.

Falleció un día antes, el  18 de junio de 1926. Ejemplar luchador de la vanguardia obrera cubana, su legado nos honra.