La Habana, Cuba. – Amigo lector, en esta ocasión hicimos un alto en los audiovisuales para ponderar el trabajo de un equipo que hizo lo impensable durante la pandemia de la Covid-19, para que no desapareciera de la pantalla chica el divertido y polémico espacio humorístico “Vivir del cuento”.

En el reciente evento teórico que sesionó en la Sala Villena de la UNEAC, ¿Piensas ya en el humor?, el director del popular programa, Ignacio Hernández (Nachi), actores y equipo técnico, explicaron las circunstancias en que fueron grabados cada capítulo en esa difícil etapa de aislamiento social.

Como introducción, Nachi agradeció la valoración crítica al programa por parte de la joven Licenciada en Historia del Arte, Yanary González, quien ponderó cómo se refleja la cotidianidad del adulto mayor en Cuba desde la óptica humorística, pero también reflexiva. Guiones logrados por el colectivo a partir del asesoramiento  de la Cátedra del Adulto Mayor, al decir del realizador del programa.

La familia, de todo un poco.

Nachi, director de “Vivir del Cuento”, destacó la cooperación de la familia de los actores, sin la que no hubiesen podido grabar textos y planos en sus respectivos hogares o casas de vecinos, para luego ser enviado en una memoria a la posproducción.

“Los integrantes de la familia fueron los cámaras, maquillistas, sonidistas, luminotécnicos y hasta actores que daban el pie del texto. Como era de esperar no faltaron las repeticiones por deficiencia de aspectos técnicos, lógicas dificultades para quienes solo se dedican a la actuación”, explicó Nachi.

Pero, ¿de dónde partió la idea de coordinar el programa a través de los teléfonos celulares?.

“Por fortuna -comentó Nachi- ya el equipo tenía la experiencia, por azar, de haber realizado aquellas grabaciones por separados con el ex presidente Barack Obama, quien lo hizo en la Casa Blanca; y Pánfilo aquí en el país, las que luego fueron editadas como una llamada para ese programa que tanto gustó. Para ello se respetó los cierres e inicios para que hubiese coherencia y no se perdiera el sentido de la conversación”

Reestructurar la dinámica interna del programa de “Vivir del Cuento” con nuevos guiones, a partir de la salida de varios actores del programa, fue tarea ardua pero no imposible.

“En medio de tanta tristeza generada por la Covid, había que seguir brindando al público ese espacio de diversión que tanto agradecen”, explicó su director.

“La pandemia nos tenía limitados en todo por la restricción de movimiento, el peligro de infestación, pero no queríamos que desapareciera el espacio de la televisión como ya estaba previsto y se me había comunicado. Pedí que por favor me dieran un tiempo y acudí a la gran familia que somos exhortándolos  a reinventarnos en una nueva estructura de grabación, donde al menos saliera con dignidad lo elemental del programa, sin chapucerías”, agregó.

Para este equipo de humoristas fue titánico el trabajo a distancia hasta altas horas de la noche, pues se dieron a la tarea de realizar lo mismo que hacían cotidianamente de modo presencial, pero esta vez por vía whatssap; muchos sin datos suficientes para la conexión. No obstante, todo fluyó apegado a una carta de estilo ideada para la grabación de las escenas en las casas.

Luego estuvo la complejidad de estructurar todo lo grabado individualmente en escenas colmadas de efectos, como llamadas, videollamadas, juegos de parchis online, entre otras dinámicas, para hacer creíble cada episodio.

“Chequera desde su finca se convirtió en youtuber; Isidoro tenía una complicación porque en la ficción él vivía con su tío Ruperto, pero realmente Marlon estaba en la Habana Vieja mientras Omar vivía en Mantilla, y al unir las grabaciones había que hacer coincidir las miradas, etc; sin contar la dificultad de Wilber que estaba en construcción en aquel momento y tuvo que acomodar una esquina de su casa para hacer las grabaciones”, comentó Nachi a los asistentes y finalizó su intervención agradeciendo eternamente la colaboración de todos para que continuara el espacio en la televisión.

Por su parte, el guionista Daniel Burguet narró cómo entre él y Jamie Fort –el gran escritor del programa que está en España- hilvanaron los argumentos de cada capítulo con muchas dificultades y en tiempo récord.

“Era todo un día discutiendo la actualización del guión para poder entregarlo a tiempo a los implicados y se pudiera filmar. Fueron dos flujos de trabajo constante; mientras se grababa un programa ya se redactaba el de la semana próxima, y muchas veces no sabíamos qué escribir. Idear las situaciones entre Isidoro y su tío Ruperto que convivían a distancia fue agotador. O sea, la dinámica fue bastante tensa, con semanas sin apenas dormir, pero por fortuna el resultado está ahí y el pueblo lo agradeció.

“En lo personal tuve doble experiencia, porque en ese tiempo se investigaba sobre la vacuna Soberana y yo me encontraba involucrado en dicha investigación, pero por otra parte la gente pedía que saliera el programa, y para mí ambas cosas eran importantes; una porque podía frenar los fallecimientos por Covid, y la otra porque era un momento de relajación para la familia cubana y eso era como otra vacuna para las personas”, dijo.

Acerca de la posproducción, Michel Pascual refiere que “Vivir del Cuento” es un programa que en la edición siempre se está contra “AL AIRE”, por decirlo de alguna manera, y sobre ello explicó:

“Cuando Nachi planteó la nueva forma de realizar el programa, yo me dije “por Dios por qué empiezan a inventar ahora?”. Uno se preocupa, porque al editor la familia sí que no lo puede ayudar como sucedió con los actores; a nosotros sólo nos ayuda la paciencia y que nos den ánimo. Además, yo tengo a mi abuela en casa, con perfil de riesgo, vulnerable, y el único que podía moverse a entregar los programas después de editar era yo.

“Confieso que al principio hice un poco de resistencia, pero después -como dijo Marlon-, cuando vi que era como una terapia y que la gente lo pedía, el compromiso se multiplicó y me olvidé de todo lo demás.

“Pero fueron momentos estresantes, porque yo también edito otros programas que ese tiempo no pararon y entonces me dediqué a aplicar fórmulas de otras maneras de hacer a “Vivir del Cuento” y viceversa. La posproducción completa de cada escena no se podía hacer; entonces hicimos una pre edición antes para no trabajar por gusto, porque tiempo era lo que no teníamos. Los teléfonos eran de diferentes marcas, con sonidos distintos,  con calidad de imágenes distintas, empezaron a aparecer ambientaciones que no eran habituales en el programa, en fin, un sin números de detalles a tener en cuenta a la hora de editar.

“Además, el programa tiene una serie de especialistas que tributan a la calidad que siempre sale al aire; yo solamente soy editor y tuve que asumir la musicalización, sonorización, iluminación, ambientación, todo, de manera que no se perdiera la coherencia del episodio.

“Y por último, está el estrés de entregar el programa en el ICRT a través de un mecanismo complicado para que salga “AL AIRE” en tiempo. De manera general, eso fue lo que me tocó vivir en la posproducción del programa en tiempos de pandemia”, concluyó Michel.

Algunas anécdotas.

Enriquecedoras fueron las inventivas de los realizadores de “Vivir del Cuento” para lograr estructurar los programas generados durante la pandemia. Pero los actores también hicieron lo suyo.

Marlon Pijuan (Isidoro), opina que fue un periodo que los mantuvo con salud mental, que los violentó en la creatividad en tanto los enriqueció como actores.

“De pronto me vi haciendo luces frías para poder grabar, repitiendo escenas mil veces para que quedara bien porque, como explicó Nachi, fue muy complicado que Omar y yo grabáramos por separado cuando se suponía que vivíamos juntos. Y hacer coincidir miradas, hacer gestos y desplazamientos que luego pudieran coordinarse en edición no es fácil.

“Por eso, esta etapa me marcó muchísimo porque, sobre todo, en medio de tanta tristeza que se vivía por causa de la Covid, nos mantuvo vivos”, sentenció Marlon.

Para Wilber Gutiérrez (Chacón), esa etapa fue bien complicada por cuanto se encontraba en construcción en la casa y tuvo que habilitar una esquina para las grabaciones. Aun así, tuvo que acudir a un amigo por no poseer una cama de madera para aquel episodio donde buscaba dinero en el cuarto.

“Aprendí muchas cosas técnicas que ni por mi mente pasaban, y creo que sin ese sentido de pertenencia que todos tenemos, esto no se hubiese logrado, Pero lo que más me complace es el respeto y agradecimiento del público por nuestro trabajo”, dijo.

Mario Sardiñas (Chequera) no podía dejar de pensar en la producción, pues cada vez que llovía su finca se llenaba de fango y no se podía grabar. Entonces había que mudarlo todo a la finca vecina a las cinco de la mañana, pero por una escalera porque de lo contrario había que dar tremenda vuelta y se perdía mucho tiempo. Y en medio de las risas que provoca con su manera de decir, Mario contó algunas de las anécdotas que le ocurrieron en la filmación:

“Imagínense trasladar casa de campaña, soga, animales, los pollos, guanajos, etc. El maquillaje me lo hacía mi hija, los textos me los leía mi esposa y me daba los pie, mi sobrino era quien grababa. Y guajiro al fin, con la “fresca”, o sea a las siete y media de la mañana, arrancaba con la grabación que luego le mandaba a Nachi pasadas las nueve.

“Recuerdo que en una escena estuve dos horas cayéndole atrás a una gallina y un guanajo, corriendo por toda la finca, sudado, y cuando miro, se me había olvidado ponerme las patillas. Nachi me mandó a repetir y la gallina cansada. Tuve que darle agua y esperar a que se recuperara para poder grabar de nuevo. (risas)

“En el capítulo donde sale una claria, mando a pescar una y me la traen grande, hermosa, y la meto en un tanque. Pero llovió y el tanque se desbordó, y aquello al parecer tenía un poco de Sotomayor porque saltó, caminó como 15 metros y se murió. Nosotros no lo vimos; mi hija fue la que se percató después. ¿Y de dónde yo sacaba a esa hora otra claria?. Pues la solución fue congelarla e hicimos la escena, y como cuentas “clarias” conservan amistades, quedó bien….(risas)

“Por último, recuerdo el capítulo final con Cachita (Irela Bravo), donde tuve el apoyo incondicional de todos los vecinos, con el caballo Carpati –que por cierto se lo comieron y tuve que cambiar para Berjovina con el nombre Carpati. (risas). Conseguimos el carretón y cuando se hizo la escena, Irela nunca supo que aquel caballo era uno de los que más corría y yo trataba de controlarlo pero hubo un momento que se soltó a correr y ya se dividió Cachita en dos: en peluca e Irela…(risas), entonces a caerle atrás para frenar aquello. En fin, son muchas las anécdotas y mucho el aprendizaje.

“Luego pasaban nuestros invictos choferes por nuestras casas a recoger todas las memorias para entregar a la posproducción”, concluyó Mario Sardiñas.

De esta forma tan amena concluyó aquella jornada en el evento “¿Piensas ya en el humor”.