Idalys Ortiz, entre las grandes figuras del judo cubano. Foto: ACN

La Habana, Cuba.- En enero de 1951, el profesor Andrés Kolychkine Thompson llegó a Cuba con un mandato del maestro Mikinosuke kawaishi. Debía extender el judo a América y así lo cumplió con disciplina, inmediatez e impacto increíble.

En tan solo un mes inauguró el primer dojo, nombrado Club Habana y situado en el Vedado. Para agosto sumaban cuatro los existentes mientras el resto de las provincias del país tuvieron sus primeros locales para judocas a inicios del próximo año.

Kolychkine organizó el primer campeonato nacional de ippones y wazaris, al tiempo que constituyó la Federación Cubana de Judo y la Confederación Panamericana.

Con ello el arte marcial cumplía el sueño de Jigoro Kano: ser practicado en los cinco continentes. El introductor del judo en Cuba tejió una larga carrera como educador, profesor, pedagogo y dirigente del deporte.

Andrés Kolychkine y su obra mayor

Ruso de nacimiento, pero cubano de corazón, el encargado de introducir el judo en Cuba, Andrés Kolychkine, fue entrenador del equipo nacional a partir de1960.

Más tarde, cumplió su papel de profesor de judo en el Instituto Superior de Ciencias Médicas de La Habana, donde siempre se le recuerda, incluso con una Cátedra Honorífica multidisciplinaria que lleva su nombre.

Por más de 20 años realizó estudios de motricidad e intelecto de las técnicas del judo y no pocos obstáculos venció para demostrar la importancia de esta disciplina en la formación de valores, más allá del arte competitivo y de las medallas.

Quizás su obra mayor esté recogida en el campo pedagógico y en todos los discípulos que luego, con la misma marcialidad y respeto, asumieron el reto de ganar torneos regionales, panamericanos, mundiales y olímpicos. Y lo lograron.

Redactó: Joel García

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