Holguín, Cuba. – Muestra con picardía adolescente La mujer del último show, su libro de cuentos recién parido en la imprenta por Ediciones Ácana, como quien descubre sus palabras impresas por primera vez, aunque no es el caso tras medio centenar de títulos propios.

Obras que pasean de la poesía a la narrativa, tenazmente, donde los personajes femeninos emergen con voces tan propias, ceñidos sin pesimismo por los avatares de sobrevivir e inspirado erotismo, aludido o rotundo, sin reparo a la diversidad sexual o límites generacionales.

Una mujer pudiera llamarse Francisco o María, mirarse al espejo o soñar, y en cualquier atmósfera posible plantar verdades con lucidez cartesiana y fluida sabiduría al revelar el verbo, en tanto ellas son la silueta muchas veces desdibujada de sí misma.

Convencida está la prosista y mujer, Lourdes González, de que son muchas las sensibilidades sin adeudos de género.

Artistas o no

Asegura la poeta Lourdes González Herrero que no hay poder en las palabras dichas con miedo, ni en las palabras dichas, ni en las palabras; exquisito contrasentido para quien honra el oficio de la literatura como autora, editora y directora del sello Ediciones Holguín.

Pero la sentencia es consecuente con su visión sobre el sitial de intelectuales y artistas, junto a maestros, científicos y agricultores, todos nos debemos una mirada o un café, sugiere, tal vez por el axioma martiano de hacer como forma superior de decir.

Si bien el amor la entró a la literatura, por la gran puerta, a quien prometía ser una humilde bibliotecaria en su juventud, la realidad la convenció de elegir la sobriedad como sostén de la creación.

Atesorar un abrazo con Chávez junto a la mejor foto de su madre y el póster de un libro preferido, revela tanto de Lourdes González como hija, también, de la cultura y las ideas.