La Habana, Cuba. – Con la alegría inocente de sus cortas edades, Nestico y Liz irrumpen en la rutina del políclínico 1ero. de enero.

Los dos hermanitos no comprenden de protocolos sanitarios, aunque mantienen puestos sus nasobucos, ni mucho menos del distanciamiento social que les impide jugar con otros niños. Sin embargo, aprovechan la audacia de sus ojos para reparar todo a su alrededor, incluso a la enfermera de temperamento firme, que con gran maestría deposita en sus bocas dos gotas de salud.

Nestico y Liz sollozan. no identifican a la vacuna antipoliomielitica entre sus sabores cotidianos. Desconocen ese proceder de la salud pública revolucionaria que ha beneficiado a millones de niños a lo largo de 60 años.

Ellos son muy pequeños. Pero en los niños de hoy se encarna el futuro de la patria. Cuidarlos es proteger la continuidad de la Revolución, una obra verdaderamente hermosa.

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