El agua es vital para la vida humana: la usamos para beber y producir alimentos, para sanear nuestro ambiente, como medio de transporte y generador de energía, entre otros numerosos fines.

Los recursos hídricos son finitos y se encuentran distribuidos desigualmente en las regiones del planeta, por ello, uno de los grandes retos del siglo XXI es mejorar nuestra gestión y el uso eficaz del agua, para garantizar que ese recurso primordial soporte una población mundial de más de 10 mil millones en el año 2050.

A través de un programa nacional de acción ejecutado por el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos, nuestro país garantiza el desarrollo de los sistemas de agua potable y saneamiento, pero ello no es suficiente.

Cuidar y ahorrar el preciado líquido es deber de todos.

Ahorrar, esa debe ser la acción diaria

Debido al carácter insular de nuestro país, y al alto consumo de agua por la población, y sectores como la agricultura, ganadería e industria, la disponibilidad de agua potable depende estrechamente del volumen de las precipitaciones.

En los últimos años, como consecuencia de la deforestación y el cambio climático, la escasez de lluvia ha provocado que los ríos tengan reducidos sus caudales y se sequen los embalses.

En el hogar, la escuela, o el trabajo es imprescindible adoptar una actitud responsable en el ahorro del agua.

No contaminar las aguas de ríos con residuos líquidos o basura, así como cuidar los bosques y reforestar para aumentar la evapo-transpiración que alimenta a las nubes e incrementa las lluvias son algunas medidas que podemos realizar.