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La palabra orientadora de Fidel es guía para los cubanos

La Habana, Cuba. – Cuando se habla de Fidel, nadie escatima palabras, porque su vida y obra fueron desmesuradas. Tanto que cualquier exageración correría el riesgo de quedar por debajo de lo expuesto.

El temor, entonces radicaría en que las palabras no alcancen la altura, el ancho y la profundidad imaginada. No en balde, Homero, al iniciar su epopeya, presiente la tarea y exclama: Háblame, musa, de aquel varón de multiforme ingenio Porque conoce por intuición que el Héroe desborda cualquier historia.

Para Fidel, necesitaríamos una legión de homeros para cubrir solo fragmentos de su desempeño. Y es que Fidel poseía el don de la ubicuidad. Estaba en todas partes. Parecía, además tener más de dos manos con que trabajar; más de una mente con la cual pensar.

Fidel no era Fidel, sino un río caudaloso fertilizando todo a su paso.

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Un aplauso que lo escucha

En la hoja de acciones combativas de Fidel, no es posible anotar una batalla más. Sin contar aquellas que su sola voz ganaba desde la tribuna, eslabonando palabras en una cadena de verdades de a puño, ensanchando los caminos para que el tiempo no pudiera derrotar la osadía.

Desde hoy esperamos su próximo discurso; ese que orienta, anima, exhorta a continuar enarbolando la esperanza, como destino de una nación. Te esperamos en la plaza, con banderas y niños, en comunión de generaciones.

Tu voz no se apaga, no puede apagarse. Tu pensamiento no puede apagarse, no se apaga. El micrófono permanece abierto. Y de un momento a otro llegarás junto a Martí para pronunciar la palabra de Cuba.

El pueblo está de pie, blandiendo los estandartes de lucha; reunido como una familia. Porque como proclamó el poeta: Cuando Fidel habla, el corazón es un aplauso que lo escucha.