Tokio, Japón. – El japonés es amable por antonomasia. Siempre dispuesto a ayudar, se detiene ante el reclamo del visitante y trata de resolver los problemas que uno le tira encima. Y eso echa abajo el concepto de que son poco comunicativos o tímidos, lo cual en realidad está asociado a la arraigada costumbre de no molestar a los demás.

Lo más problemático es la comunicación, pues pocos son los que dominan el inglés, y eso sin hablar del español, y transmitirle cualquier necesidad es en una odisea idiomática. Sin embargo, hacen lo imposible por ayudar, siempre con una sonrisa, y hasta abandonan lo que están haciendo para cooperar con quien lo solicita.

En estos Juegos Olímpicos la amabilidad japonesa es una evidencia constante, aunque uno aprecia que no se extiende solo a los extranjeros, sino que se practica entre todos.

Carcano al espíritu olímpico

La tradicional amabilidad japonesa tiene una expresión en la consideración que se tienen los ciudadanos entre sí.

Cuando se levanta, el japonés siempre piensa como sus acciones del día pudieran afectar a los demás, dice con una pizca de exageración Ibuki Watanabe, un cincuentón que trabaja como voluntario en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.

Pero más allá de que sea exagerado o no, lo cierto es que predomina el omotenashi, un concepto muy nipón que va mucho más allá de la esmerada atención al cliente y es la educación a la máxima expresión.

Es el deseo de mantener la armonía social y de no molestar al prójimo, una actitud que sin dudas se empareja con el tradicional espíritu olímpico que también expresan estos Juegos de Tokio 2020.