La Habana, Cuba. – El escenario escolar constituye un espacio en el que las tecnologías han abierto nuevas oportunidades. Y ello se ha probado en el contexto de la Covid-19.

Como bien todos sabemos, las escuelas han estado cerradas por largo tiempo, como una decisión para proteger a niños, adolescentes y jóvenes ante la necesidad de mantener el aislamiento social. Frente al desafío que ha supuesto la suspensión de la presencialidad, las alternativas han sido el correo electrónico, las redes sociales y otras plataformas interactivas digitales.

Gracias a grupos de Whatsapp, por ejemplo, se han propiciado la orientación y el intercambio de contenidos que antes se recibían a través de una explicación directa, cara a cara, en el mismo espacio.

Y casi siempre de esas experiencias emergían dudas que eran las de varios alumnos, y al responderse se generaban interesantes procesos de discusión y debate.

Escuela, tecnología y pandemia

El adverso contexto de la Covid-19 nos ha traído una prueba fehaciente de cuánto pueden ayudar las tecnologías a los procesos educativos.

En este complejo período han encontrado respuesta algunas de las siguientes interrogantes. ¿De qué modo potencian las tecnologías mayores posibilidades de aprendizaje? ¿Se sabe más cuando más cerca se está de las tecnologías de la información y la comunicación? ¿Suplanta el televisor, la tableta o los datos móviles al profesor? ¿Cómo se equilibran lo tecnológico y la experiencia directa frente al aula?

Si bien el espacio físico de una clase, en el que se puede construir el conocimiento desde múltiples visiones compartidas, resulta insustituible, a través del universo digital es posible el desarrollo de acciones educativas que mucho pueden favorecer tanto al alumno, a la escuela como a la sociedad toda.