La Habana, Cuba. – Tocan por lo general a las jóvenes generaciones grandes responsabilidades. La historia lo confirma. En hombros de las nuevos pinos se conquistan metas, se escalan peldaños, se asumen transformaciones y se avanza.

Y es precisamente ese papel decisivo el que demanda la formación en los más noveles de valores que deben afianzar y desarrollar para el bien de todos, y para sentar las bases del presente que les toca vivir, y del futuro que deben dejar esbozado a su hora.

Es precisamente por lo que lucha y trabaja la Unión de Jóvenes Comunista, abanderada de generaciones y paradigma de los más genuinos valores éticos y morales.

Los jóvenes cubanos han nacido y viven en una sociedad que les brinda miles de oportunidades de llegar tan lejos como lo estimen, y su deber primero es salir adelante y no defraudar esa generosa tarea que se pone en sus manos.

Cada hora tiene su reto

Los jóvenes cubanos tienen el sello del relevo, de la continuidad histórica de la Revolución, empeño que tiene implícito un alto sentido de la responsabilidad, basado en el sacrificio y la entrega sin límites.

Esos elementos deben constituir sus tesoros más preciados y el mayor de sus orgullos. Pero ellos también tienen y tendrán sus deberes y exigencias, entre las primeras, preservar el patriotismo y la intransigencia de sus antecesores, y conservar a toda costa la integridad e independencia de la patria.

Por otra parte, formarse libres de las desviaciones, lacras y actitudes nocivas que son comunes en sociedades ajenas a la nuestra, o que tienden a eclosionar en nuestro medio al compás de escenarios complicados.

Por tanto, ser mejores es un deber esencial, porque en la misma medida en que asciende el ser humano en cualidades, se crece también la sociedad en su conjunto.