Carlos del Porto Blanco
No tienes que saber de ballet para disfrutarlo, todo lo que tienes que hacer es mirarlo. Edwin Denby.
Muy buena la función la del 30 de octubre, tercera jornada del 28 Festival internacional de La Habana, Alicia Alonso. Dedicada a los 20 años de la colaboración entre los Amigos Británicos del Ballet Nacional de Cuba, BNC, y la compañía.
Según las notas del programa de mano, elaborado por Viengsay Valdés, directora del Ballet Nacional de Cuba. “En el año 2004 los “British Friends” crearon junto a entidades cubanas un pequeño salón para clases y ensayos que Alicia Alonso decidió nombrar Anton Dolin, en honor al notable bailarín, maestro y coreógrafo inglés, que fue su primer Albrecht en Giselle, y quien la preparó para debutar en el más célebre de sus personajes. Así se iniciaba una gran amistad”.
Añade Viengsay que “El altruismo y la nobleza de los Amigos Británicos”, han propiciado que el repertorio del BNC se haya enriquecido con obras de coreógrafos de fama mundial, que han creado piezas especialmente para la compañía: Celeste, de la colombiana – belga Annabelle López Ochoa, la primera de varias colaboraciones coreográficas cuyo estreno se produjo hace diez años en 2014; Oscurio, también de López Ochoa en el 2016; Próspera de Cathy Marston (2018); La hora novena, de Gemma Bond (2022), Y Lucile , de Johan Kobborg este mismo año”. Culmina la directora del BNC diciendo, que también se estrenó en Cuba la Séptima sinfonía, de Uwe Scholz en el 2021, que tambien fue posible por el apoyo de los Amigos británicos.
La noche comenzó con Celeste, ejecutada por miembros de la compañía cubana. A continuación, se bailó una hermosa pieza, estreno en Cuba y que gozó con el apoyo del público; ésta fue Hotel Room, con la coreografía de la ballerina estadounidense Emily Bromberg y defendida por la misma autora. Seguidamente una obra conocida por los asistentes el pas de deux de Espartaco, en esta ocasión recreada por Irina Perren y Marat Shemionuv, integrantes del Teatro Mijailosky de San Petersburgo, Rusia; el público premió la presentación con una gran ovación, que sobre todo reconociendo al bailarín ruso por su destreza técnica y espectacularidad. Ya la noche anterior había mostrado credenciales en ese sentido.
La siguiente obra fue otro estreno en Cuba, el ballet In our wishes (En nuestros deseos) coreografía de la británica Cathy Marston y bailada por Elena Vostrotina y Brandon Lawrence del Ballet de Zúrich. El cierre del primer bloque culminó con una ejecución exquisita que estuvo a cargo de la ballerina cubana Anette Delgado acompañada por el partenaire ruso Daniil Simkin, en el pas de deux de El Corsario.
El segundo bloque fue dedicado al ballet Lucile con los papeles principales a cargo de los bailarines del Ballet Nacional de Cuba, de Grettel Morejón, Alianed Moreno y Ernesto Díaz. La puesta en escena fue recompensada por una ovación del público asistente a la sala Avellaneda del Teatro Nacional de Cuba.
Esta tercera noche fue una hermosa velada, bien por su concepción. Allí nos veremos.