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La sistemática denuncia de corrupción de los gobiernos cubanos que hacía el senador Eduardo Chibás Ribas, atrajo la atención de la joven Celia Sánchez Manduley.

El político y gran orador, por sus proyectos sociales y argumentos antiimperialistas, logró que el Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo) calara en la sociedad, a tal punto que en 1948 convocaba multitudes por toda la República.

Fue ese año, en campaña presidencial, que conoció en la localidad de Pilón a la audaz y eficiente hija de su amigo y colaborador, el doctor rural Manuel Sánchez Silveira.

Entusiasmada por la ética y nacionalismo de Chibás Ribas, Celia participó en la organización de los actos de masas que el líder popular presidió en el extremo sur oriental del país. A partir del encuentro, Celia Sánchez respaldó declaraciones, acciones e ideas del insigne revolucionario cubano.

Vergüenza contra dinero.

A la simbólica y convocante consigna del fundador del Partido del Pueblo Cubano, Eduardo Chibás, recurría con frecuencia Celia Sánchez Manduley en eventos y articulación de acciones en favor de la ortodoxia nacional.

Así lo destacó la especialista granmense en museología Yoannia Fuentes Toledo, quien dijo que ese lema político significaba para la joven Celia lo bueno, honrado y decente que había en la vida política cubana.

La defensa de los intereses económicos, culturales, jurídicos y populares que hacían los dirigentes ortodoxos, y aclamada por gran parte de la población del país, constituyó una escuela para la formación patriótica de la futura combatiente.

Celia, al recordar ese momento histórico, afirmó que ayudó a consolidar su visión de que Cuba debía ser soberana y libre, con dignidad y respeto con todos y por todos sus hijos.

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