La Habana, Cuba. – El físico e ingeniero francés Nicolas Léonard Sadi Carnot, nace en París, Francia, el 1 de junio de 1796. Fue un pionero en el estudio de la termodinámica. Se le reconoce hoy como el fundador o padre de la termodinámica.

Licenciado en la Escuela Politécnica, en 1824 publicó su obra maestra: “Reflexiones sobre la potencia motriz del fuego y sobre las máquinas adecuadas para desarrollar esta potencia”, donde expuso las ideas que darían forma al segundo principio de la termodinámica.

Esos trabajos, poco comprendidos por parte de sus contemporáneos, fueron más tarde conocidos en Alemania por Rudolf Clausius (que fue quien los difundió) y por William Thomson (Lord Kelvin) en el Reino Unido. Como reconocimiento a las aportaciones del primero, el principio de Carnot se rebautizó como principio de Carnot-Clausius. Ese principio permite determinar el máximo rendimiento de una máquina térmica en función de las temperaturas de su fuente caliente y de su fuente fría.

Cuando Luis XVIII envió a Carnot a Inglaterra para investigar el elevado rendimiento de sus máquinas de vapor, se dio cuenta de que la creencia generalizada de elevar la temperatura lo más posible para obtener el vapor mejoraba el funcionamiento de las máquinas. Poco después descubrió una relación entre las temperaturas del foco caliente y frío y el rendimiento de la máquina.

Como corolario se obtiene que ninguna máquina real alcanza el rendimiento teórico de Carnot (obtenido siguiendo el ciclo de Carnot), que es el máximo posible para ese intervalo de temperaturas. Toda máquina que sigue este ciclo de Carnot es conocida como máquina de Carnot. Sadi Carnot no publicó nada después de 1824 y es probable que él mismo creyera haber fracasado, él mismo se refería como un simple “constructor de motores de vapor” sin embargo su pensamiento es original, único en la historia de la ciencia moderna, pues a diferencia de lo que le sucede a muchos otros científicos, no se apoya en nada anterior y abre un amplio campo a la investigación.

Ese libro, ignorado hasta entonces por la comunidad científica de la época, fue rescatado del olvido por el ingeniero ferroviario Émile Clapeyron, que contribuyó con su nueva representación gráfica a hacer más fácil y comprensible la teoría de Carnot.

A partir de entonces influyó de manera definitiva en Clausius y Thomson, quienes formularon de una manera matemática las bases de la termodinámica. Sadi Carnot se retiró del ejército francés en 1828 y con su patrimonio pudo llevar una vida tranquila necesaria para su pobre estado de salud mental, dedicándose a sus estudios de motores de vapor y como un asiduo lector de clásicos franceses como Blaise Pascal, Molière y Jean de La Fontaine.

Murió el 24 de agosto de 1832, víctima de una epidemia de cólera que asoló París en el hospital de Ivry-sur-Seine y sus funerales civiles se llevaron a cabo en condiciones de anonimato.