La Habana, Cuba. – El terrible incendio que devoró cuatro depósitos en la Base de  Supertanqueros para el almacenamiento de combustible en la ciudad de Matanzas, ha sido la más reciente de las pruebas enfrentadas con estoicismo por los cubanos.

De ésos que sienten orgullo de ser parte de este pueblo valeroso, recio y firme. De ésos que jamás flaquean ni se rinden, aunque a veces los escollos parezcan demasiado agobiantes y hasta insalvables.

Golpes brutales se han resistido en estos años, porque en esa fuerza está la estirpe de Fidel impregnada en la sangre de millones de cubanos, que sienten su perenne compañía y asumen la lucidez y resonancia de sus ideas.

Él lo advirtió: construir el socialismo es mucho más difícil que ganar una guerra revolucionaria. Y nos enseñó a crecernos ante cada adversidad, a encarar amargos reveses con optimismo, a ser capaces de proezas extraordinarias cuando más oscuros se hacían los caminos.

Una antorcha entregada con honor

Cuba y su Revolución viven uno de sus momentos más espinosos, al confluir una serie de coyunturas que perturban la marcha.

Desde la pandemia que paralizó al mundo y acentuó la crisis económica, hasta la intensificación del bloqueo asfixiante, y metas por cumplir debido a nuestras propias ineficiencias.

Los adversarios, incapaces de entender la magnitud de la obra revolucionaria, sueñan con estrangular a la isla rebelde. Creen que pronto «tirará la toalla». Se obstinan en sembrar el desaliento, la apatía, la desunión.

Creen que habrá capitulación ideológica, porque desconocen la casta de millones de compatriotas forjados en el legado de Fidel.

Como él auguró, entregó victorioso, con honor y esperanza, la antorcha encendida de la Revolución Cubana. Y su formidable postulado alecciona e incita a descubrir fórmulas viables..y más revolucionarias.