La Habana, Cuba. Nadie puede dudar que el país está inmerso en una profunda transformación de la economía que busca favorecer el desempeño de la empresa estatal como pilar fundamental del desarrollo de la nación.

Ni siquiera la conjunción de la pandemia y el recrudecido bloqueo, con las limitaciones de todo tipo que conllevan, ha detenido ese proceso que tiene un gran calado, aunque a veces sea difícil de ver.

Con las ultimas 15 medidas que recién entraron en vigor, suman casi un centenar las decisiones adoptadas por el gobierno en la última década para romper el nudo gordiano que ata a las fuerzas productivas.

El país lleva muchos años gestionando una crisis que parece interminable, pero al mismo tiempo hace esfuerzos por dejar atrás esa etapa y avanzar por un camino propio de desarrollo. Es, por supuesto, una vía empedrada, pero imprescindible de recorrer.

Más allá del regreso a la fábrica

Muchos han hecho énfasis en las posibilidades de reincorporarse al trabajo que tienen ahora algunos jubilados, pero hay más en las medidas anunciadas en septiembre último y recién publicadas por la Gaceta Oficial.

Entre esas decisiones sobresalen la flexibilización en la distribución de las utilidades, incluyendo la creación de fondos de estimulación y financiación de viviendas, así como la generalización a todo el sistema empresarial del pago por alto desempeño.

Todo lo que ha hecho hasta ahora apunta a elevar la productividad y la eficiencia, porque como mismo se necesita para conjurar a la Covid-19, el país requiere de una inyección que potencie los anticuerpos ante la ineficiencia y la chapucería. Las medidas en marcha son entonces una vacuna económica para el desarrollo.