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La Habana, Cuba. – Hace más de un siglo y medio, la británica Emily Bronté escribió Cumbres borrascosas, una novela que se convertiría en un clásico de las letras inglesas.

En esencia, ese texto cuenta como el odio puede destruir prácticamente cualquier cosa. Y el odio parece ser lo que otra vez mueve a la Casa Blanca al tomar la decisión de excluir a Cuba, Venezuela y Nicaragua de la venidera Novena Cumbre de Las Américas.

Como anfitrión de la reunión, que sesionará en Los Angeles, Estados Unidos ha propuesto como temas centrales promover el combate a la Covid-19, discutir la recuperación económica, analizar el fenómeno migratorio actual y buscar un consenso hemisférico sobre los desafíos de la democracia.

De entrada, con la exclusión de esas tres naciones, quedó roto el consenso regional que pretendió el Departamento de Estado,

Una reunión degradada

Estados Unidos pretendió invitar solo a sus amigos a la próxima Cumbre de Las Américas con la vieja intención de imponer los argumentos de una agenda preparada por el Departamento de Estado. Pero calcularon mal el costo político de excluir de manera arbitraria a Cuba, Venezuela y Nicaragua y ahora están metidos en un problema del que no saben cómo salir.

Los catorce países de CARICOM anunciaron que si hay exclusiones, el bloque caribeño no asistirá. México y Bolivia dijeron que sus presidentes tampoco estarán en Los Angeles y de ahora a junio habrá que ver qué más sucede.

Para Estados Unidos el horizonte regional pinta gris con pespuntes negros porque la reunión se ha degradado, incluso antes de empezar.

Hoy las cosas son muy diferentes al sur del Río Bravo y eso hace pensar que se acerca una cumbre borrascosa.