La Habana, Cuba. – En 2015, Latinoamérica se plantó y forzó la presencia de Cuba en la Séptima Cumbre de Las Américas, organizada por Panamá. Corrían los años del efímero deshielo en las relaciones entre La Habana y Washington y excluir a Cuba del encuentro parecía entonces un despropósito, en medio de un contexto de flexibilización de las relaciones bilaterales.

Obama, que sabía lo que se jugaba, cedió al pedido regional y Raúl llegó a la capital panameña, donde incluso sostuvo un breve pero mediático encuentro con el entonces presidente norteamericano.

Cuba había sido excluida de las seis Cumbres anteriores y así regresó, con pleno derecho, al espacio político de las Américas.

Después, en 2018, volveríamos a la reunión organizada en Perú, pero ahora quieren dejarnos fuera de la próxima Cumbre de Los Ángeles.

Supina incoherencia

Hace unos días, el canciller Bruno Rodríguez denunció las pretensiones de Estados Unidos de excluir a Cuba de la venidera Cumbre de las Américas, que se realizará en junio, en la ciudad norteamericana de Los Ángeles.

Con sofismas y cantinfleos, el Departamento de Estado sigue sin decir de manera clara si invitarán o no a nuestro gobierno. Y parece realmente extraño tanto secretismo en la administración de Joe Biden, quien fuera vicepresidente en el gobierno de Obama que abrió las puertas a la participación de Cuba en esas reuniones.

Hay una supina incoherencia política en la Casa Blanca, donde en relación con Cuba sigue campeando por sus respetos el malvado fantasma de Trump. Por eso, qué nadie se extrañe de que vuelvan a dejar a Cuba fuera de la Cumbre de las Américas. Será un error esperado.