La Habana, Cuba. No son nuevos los reiterados episodios de productos del agro que se pudren en los campos, tras una conjunción de irresponsabilidades y factores naturales.

Hace apenas un par de días, la colega Yurislenia Pardo, del periódico Adelante, puso sobre la mesa, y nunca mejor dicho, la pérdida de casi tres toneladas de mangos podridos en Camagüey, por la inercia de algunos que no respondieron con celeridad al adelanto de la maduración y al consiguiente reclamo de ayuda lanzado por los campesinos.

Ni los directivos de la Unidad Básica de Producción Cooperativa  (UBPC) correspondiente, ni Acopio, ni el gobierno local tuvieron la capacidad de evitar esa debacle productiva que generó pérdidas económicas y al mismo tiempo impidió que la población camagüeyana adquiriera las frutas.

Y todo ocurrió en momentos en que el gobierno hace constantes llamados a elevar la producción de alimentos.

Cambiar el chip

Desde hace bastante tiempo, y los Lineamientos son la principal evidencia, el gobierno intenta cortar las ataduras productivas. Pero de nada sirve esa intención, si no se cambia el chip en la mentalidad de quienes dirigen a las fuerzas productivas.

Desde que Fidel Castro enunció el cambio de todo lo que tenga que ser cambiado, Raúl pidió modificar las mentalidades y  Díaz-Canel llamó a pensar como país, se abrió la puerta a una nueva manera de actuar dondequiera que se defina el futuro de la nación, que es lo mismo en una gran empresa que en la más modesta unidad. Y la producción de alimentos es una prioridad gubernamental, con la que no se puede jugar y mucho menos en estos momentos de premuras económicas.

Hemos visto muchas veces mangos y tomates podridos en los campos y ya es hora de sacar de cartelera el remake de esa vieja y mala película.