La Habana, Cuba. – Un total de 133 toneladas. Ni siquiera 133 kilogramos o 133 cajas. Fueron toneladas de pollo las robadas de un almacén de una empresa de la Industria Alimentaria.

Pero no vamos a hablar del daño económico a la nación, que es millonario; ni del perjuicio a la población, que no tiene precio. Analicemos el significado que ese suceso tuvo en el ámbito administrativo de una entidad cuyo deber es el resguardo de costosos bienes.

Lo primero que salta a la vista es el descontrol generalizado que permitió la ocurrencia de un robo millonario, en el que está implicado un apreciable número de trabajadores, conchabados con otros ajenos hasta sumar una treintena de delincuentes. Y la pregunta viene de manera natural: ¿cómo es posible que eso ocurra donde se supone que había controles estrictos?

La causa principal

Resulta evidente que el descontrol ha sido la principal causa del reciente robo de mil 660 cajas de pollo en una empresa subordinada al Ministerio de la Industria Alimentaria.

Lo ocurrido es un sinsentido en una entidad que se supone que tenga aplicada la metodología de control interno que exige la Contraloría. Por otro lado, allí hay una sección sindical y un núcleo partidista cuyo accionar quedó en franco entredicho más allá de la responsabilidad de los directivos.

En estos duros momentos que vive el país, no puede haber fisuras que comprometan la magra alimentación de todos. Esa es la importancia de la próxima Alta fiscalización a ese Ministerio planificada por el parlamento. Ojalá entonces que no se detecten nuevos desaguisados y que los pollos no se vuelvan a escapar.