La Habana, Cuba. – Resulta que ahora por ahí dicen, y nunca mejor empleada la ironía, que la vacuna de Astra Zeneca fabricada entre Argentina y México es la primera de América Latina.

Todo se reduce a que la compañía sueco-británica suministra el principio activo de la patente europea a Argentina, donde se procesa, y después se envasa en México. Claro que esas dos naciones hermanas no son las culpables del dislate que trata de dejar a un lado el esfuerzo de nuestros científicos, pero que molesta a cualquiera que sepa de lo que se ha hecho en este asediado país para proteger las vidas de todos.

Es leer periódico viejo decir que Cuba tiene tres vacunas propias, desarrolladas a partir de la inteligencia colectiva y la voluntad política del gobierno. Abdala, Soberana 02 y Soberana Plus son productos totalmente autóctonos.

Para todos

Desde hace muchos años, la Organización Mundial de la Salud ha mantenido una excelente relación con Cuba, por eso es difícil entender que haya dejado a un lado el esfuerzo de nuestro país, que tiene tres vacunas probadas y otras dos en camino.

Sin chovinismos, ni entrar en una discusión estéril, los inyectables que aquí se han desarrollado tienen la misma eficacia de los mejores del mundo y más en algunos casos.

Los científicos cubanos, esos héroes anónimos que salvaron al país al crear inmunógenos propios contra la Covid-19, no trabajan por el reconocimiento, ni siquiera por mayores salarios, dos cosas que merecen con largueza.

Ellos investigan y crean para toda la familia cubana y también, por qué no , para los millones de abandonados seres humanos que aún esperan por la vacunación.