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Los cubanos sabemos que prepararse para la defensa es una forma de evitar la guerra. Nos lo enseñó Raúl cuando la administración de Ronald Reagan hacía presagiar la posibilidad de agresión.

Salvando las distancias, aquel momento nos puede ayudar a entender los significados de la importante gira que realiza el presidente Vladimir Putin por Asia: Rusia consolida su asociación estratégica con los aliados, como una forma de que Occidente entienda que ese país no está solo.

Las amenazas contra el territorio ruso han crecido desde que Estados Unidos y países de la OTAN aprobaron que las armas con que alimenta a Ucrania en su conflicto con Moscú, ahora de largo alcance, sean usadas para atacar localidades al interior de Rusia que ellos consideren bases desde donde se ataca a Ucrania, aunque estén fuera de la línea de combate:  una chispa pudiera incendiar la precaria paz.

Avisados

El uso de las armas de Occidente contra Rusia equivale a una declaración de guerra. En el contexto de esa amenaza, la estancia de Putin en la República Popular Democrática de Corea deja lecturas para WASHINGTON y la OTAN que no hay que buscar.

Lo dijo el propio Presidente ruso: El tratado de asociación integral firmado prevé, entre otras cosas, la asistencia mutua en caso de agresión contra una de las partes. Su colega KIM YONG UN añadió que el tratado es de naturaleza pacífica y defensiva.

Aunque no se conocieron detalles similares, Rusia también suscribió un tratado de asociación estratégica durante la reciente estancia de su Presidente en Belarús, y ratificó el carácter estratégico de los nexos con China, país que también visitó.

Viet Nam, segunda escala de este periplo asiático, debe confirmarse igualmente como aliado. Guerra avisada no mata soldados.

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