Satisfactoria ha sido la campaña recaudatoria que recién cerró con la presentación de la Declaración Jurada. El Ministerio de Finanzas y Precios, con su brazo impositivo, la Oficina Nacional de Administración Tributaria, realizó un fuerte esfuerzo para alcanzar resultados superiores al año anterior.
A pesar de que creció el número potencial de contribuyentes, los porcentajes de ingresos fueron similares. Por parte de los gobiernos locales se evidenció una comprensión más clara sobre la gestión de esos fondos, una porción de los cuales va a las arcas municipales.
Hay que entender que aunque no es la única vía, la campaña impositiva también tributa al mejoramiento del déficit presupuestario y, por carambola a largo plazo, a la disminución de la inflación y de los altos precios que a todos nos agobian.
De tramposos y morosos
Las autoridades de la Administración Tributaria ahora comprueban la veracidad de los datos aportados a la Declaración Jurada por las personas naturales y jurídicas.
Está en marcha una etapa de fiscalización y control para revisar las cifras declaradas como ingresos, gastos y cálculo de impuestos. Hay empresas privadas que han reportado pérdidas, algo que se sabe poco probable con una contabilidad correcta.
También se ha detectado un cierto número de omisos que incumplieron al no presentar las declaraciones establecidas.
La tarea de la Administración Tributaria se centra ahora en determinar dónde ha habido un error y dónde una mala práctica.
Son acciones que se necesitan para ayudar a equilibrar el actual déficit presupuestario, porque tributar es mucho más que asumir una responsabilidad social