Los muros amarillos del Cuartel Moncada son referencia obligada para quien llega a Santiago de Cuba. La imponente fortaleza, símbolo del poderío militar de la dictadura, obliga a pensar en el valor de aquel grupo de jóvenes que siguió a Fidel en una acción casi descabellada y donde perdiendo, se ganó.

Todavía se aprecian los impactos de las balas en el exterior de la instalación, adonde un jovencísimo Ramiro Valdés fue el único que pudo entrar y dominar uno de los cuarteles.

Hoy allí hay un Museo que guarda recuerdos de aquella gesta y también del salvajismo de una fuerza cuyas órdenes fueron 10 asaltantes muertos por cada soldado caído.

Ahora no hay ruido de fusiles, ni voces de mando, apenas la bulla de los niños recuerda que el Cuartel Moncada se convirtió en el Centro Escolar 26 de Julio.

Y los asaltantes entraron al Moncada

Desde que fue reconstruido en 1944, tras un incendio 6 años antes, el Cuartel Moncada fue la segunda fortaleza militar del país, después de la habanera Base de Columbia, hoy Ciudad Escolar Libertad.

Los asaltantes del 26 de Julio tuvieron que esperar hasta el 1ro de enero del  59 para que Raúl, prácticamente solo, rindiera el Cuartel, lleno de cientos de soldados fuertemente armados, pero desmoralizados ante el empuje rebelde.

Casi un año más tarde y en un día simbólico para los cubanos, el 28 de enero del 60, el Cuartel fue convertido en la Ciudad Escolar 26 de Julio.

Ahora, los muros amarillos del Moncada son apenas un recuerdo de la ignominia, una infamia que limpiaron las risas infantiles de la nueva escuela.