La Habana, Cuba. – Sin dudas el violento asalto de grupos ultraderechistas brasileños a las principales instituciones estatales del país hace varios días, ha puesto en evidencia una vez más la abierta perversión política con la que estamos lidiando en pleno siglo XXI.

No cabe duda de que se trató de una suerte de calco de la aventura similar registrada en los Estados Unidos en los días del enfrentamiento electoral entre Donald Trump y Joe Biden, esta vez a cargo de simpatizantes del derrotado fascista Jair Bolsonaro frente al presidente electo Luiz Inácio Lula da Silva.

Una metodología reaccionaria que al parecer se va haciendo común, como evidencia de que la derecha internacional y los intereses hegemonistas ya no lo piensan dos veces para violentar sus pretendidos modelos democráticos sin menor pudor.

Serios riesgos

La desembozada actuación de la ultraderecha brasileña no es además un fenómeno nuevo en esta parte del mundo.

De los golpes militares de décadas atrás instados por Washington, hemos pasado, en presuntos tiempos “más modernos”, a la agresión institucional cuando la variopinta izquierda regional ha logrado asumir las presidencias en no pocas naciones.

Y si la “variante trumpista” de actuación es primera vez que se calca casi estrictamente, no pueden pasarse por alto los acontecimientos similares que vienen ocurriendo en Bolivia o los acecidos en Perú, por solo citar ejemplos recientes.

De manera que la “moda” de pisotear leyes, inmunidades, y Cartas Magnas, parece irse propagando en la misma medida en que la derecha y sus protectores externos sienten que las amarras se les hacen agua.