La Habana, Cuba. – En medio de las malas noticias que recorren el planeta, la visita que ha iniciado hoy a China el canciller ruso, Serguei Lavrov, constituye una buena nueva para los países que, desde la periferia, apostamos por el mundo mejor y posible.

El desarrollo económico alcanzado por ambas naciones y, tan importante como eso, su vocación a favor del Tercer Mundo, los han convertido en locomotoras que allanan el camino hacia una multipolaridad ya visible.

Con el empuje de Beijing y Moscú se fortalecen espacios alternativos al poder hegemónico de Occidente como los Brics o el Foro Económico Euroasiático, desde donde se dan pasos que conforman el nuevo orden necesario para una vida más justa y equilibrada en el planeta.

Colaboración, intercambio comercial equitativo y cooperación, son términos desconocidos para las instituciones del viejo y decadente orden mundial.

Provechoso para todos

La profundización de las relaciones entre Rusia y China es un punto a favor de quienes, en el Sur, padecemos la exclusión de los poderes omnímodos.

Moscú y Beijing forjan la alternativa. La estancia de Lavrov en el gigante asiático se encamina a fortalecer lazos que él ha calificado de máxima prioridad.

«Nuestra asociación tiene un papel estabilizador en los asuntos mundiales», reconoció Lavrov en febrero, cuando anunció que ambos países celebrarían juntos, este año, el aniversario 75 de mantener relaciones bilaterales. En similar sentido se ha pronunciado el presidente chino, Xi Jinping, quien considera los lazos como «una opción estratégica».

El intercambio entre ambos alcanzó el año pasado 200 mil millones de dólares, lo que habla del potencial de cooperación y la fuerza económica que los respalda.