Los asaltantes a los cuarteles Moncada, en Santiago de Cuba y Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo no fueron expertos militares ni soldados con experiencia en disposición combativa como reseñó un libelo inmediatamente después de conocidas esas acciones.

Quienes fueron a la gesta del 26 de Julio representaban lo mejor de la juventud cubana de su época y eran, mayoritariamente jóvenes.

Los historiadores han reseñado que de los 158 enrolados en esas acciones patrióticas, 121 no llegaban a los 30 años, y solo tres sobrepasaban los 40 años.

Tras la repercusión de esos hechos históricos se demostró fehacientemente el papel decisivo de la juventud en la toma de conciencia y decisión de materializar la lucha por la plena liberación nacional en la segunda mitad del Siglo XX.

Los jóvenes: Fuerza liberadora

No fue el asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes en la segunda mitad del siglo XX la única hazaña protagonizada por la juventud en busca de la soberanía y libertad.

Las múltiples acciones revolucionarias acaecidas en ese tiempo fueron lideradas por jóvenes. Ahí están los ejemplos de Julio Antonio Mella y José Antonio Echeverría, entre otros, quienes no llegaban a 30 años de edad.

Nuestra historia, como lo demostraron las acciones del 26 de Julio de 1953, fue resultado de la gran madurez política de los jóvenes cubanos a lo largo de nuestra historiografía, y de un ejemplar compromiso con la vergüenza de los caídos durante las continuadas luchas por la soberanía patria.

Por eso: El ímpetu y conciencia de los jóvenes del 26 de Julio nos siguen guiando.

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