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La Habana, Cuba. – Hay que ser ciego o demasiado desconocedor del entorno internacional como para no comprender que el mundo se aboca ahora mismo a cambios geoestratégicos esenciales y que, ciertamente, no apuntan precisamente en un sentido negativo.

Si Washington cree que su loca aventura contra Rusia a través de Ucrania, secundada por una Europa Occidental carente de voluntad propia, iba a dar dividendos a sus planes hegemonistas globales, la realidad demuestra todo lo contrario.

Moscú no solo ha resistido la andanada de sanciones económicas en su contra urdidas como pretendidas respuestas a su operación militar especial, sino que en el campo de batalla ha puesto de manifiesto una superioridad casi absoluta. Eso, junto a la hostilidad gringa contra China, provocan una alteración mundial absoluta y favorable.

Cambios a la puerta

La disyuntiva mundial de hoy, por tanto, es la de un remodelamiento del planeta, y América Latina y el Caribe tienen la oportunidad de, en esa transformación ineludible, avanzar hacia nuevos espacios de independencia y autodeterminación.

Al menos, los gobiernos progresistas de la región comprenden la trascendencia del momento, y se respira en esta vapuleada zona geográfica el interés de echar a andar sin las viejas trabas y amarras neocoloniales de factura oficial norteamericana.

En pocas palabras, buena parte del mundo, y en ella una gran porción del Sur de este Hemisferio, parece decidida a dar batalla para no quedar nuevamente atrás a cuenta de las políticas impositivas hegemonistas que nos amarran de pies y manos desde hace siglos.

Es la hora, por tanto, de no dejar pasar un instante tan crucial.