La Habana, Cuba. – Los Estados Unidos se encuentran ante una compleja disyuntiva ¿Cómo establecer relaciones con el actual concierto de naciones latinoamericanas?. Es difícil señalar una solución efectiva a la incógnita dado el reflujo que se produce hacia la multipolaridad.

La doctrina Monroe sintetizada en la frase América para los americanos es coartada por la presencia en la región de otras opciones de integración.

América Latina no es el cordero dócil de antaño, obediente de las órdenes venidas del norte a través de embajadas dictatoriales, fabricantes de dictaduras.

Cada nación latinoamericana tiene características propias, presentes en la recuperación de la identidad y los valores ancestrales. Nuevos bloques sostienen y respetan las dinámicas políticas, sociales, económicas y culturales. Estar ajeno a la idea de que Latinoamérica es hoy más independiente, es un error.

Las oportunidades integracionistas existen

Alejados de cualquier actitud injerencista pudiera presentarse la posibilidad de integración entre los Estados Unidos y los países latinoamericanos.

El respeto a la soberanía, la autodeterminación y la no intervención en los asuntos internos sería el punto de partida. El reconocimiento de la Organización de Estados Americanos como un mecanismo político obsoleto y la cooperación sincera en temas de interés común como el desarrollo económico, la independencia financiera y tecnológica, la lucha contra el narcotráfico, el cambio climático, la seguridad energética y la migración, pudieran contribuir al equilibrio.

Por igual, la promoción del comercio y la inversión responsable, el respeto a los derechos humanos, la justicia y la cooperación entre los gobiernos y la sociedad civil serían soluciones perdurables y edificantes.