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La Habana, Cuba. – Hace unos días entró en vigor una disposición del gobierno de La Habana que regula los precios del transporte privado en la capital. Vistos fríamente, los importes fijados por las autoridades habaneras tienen lógica y buscan ordenar un sector que en las últimas semanas había disparado los importes de cada tramo.

La decisión también trata de proteger a la mayoría de la ciudadanía, esa que día a día tiene que enfrentar una inflación que de enero a abril de este año superó el 11 por ciento.

Sin embargo, la medida asumida con la mejor de las intenciones repitió un viejo escenario: como por arte de magia disminuyó de manera sensible el número de los llamados almendrones que transitan por las calles habaneras. Y muchos choferes que aún lo hacen es como si no se hubieran enterado de la medida, porque siguen cobrando los viejos altos precios.

Situación complicada

No hay compartimentos estancos en economía. Siempre lo que sucede en una parte, tiene repercusión en otra, por eso el desabastecimiento genera subida de precios.

A los viejos problemas con gomas y baterías, se ha sumado la poca disponibilidad de combustible, lo que se usa como justificación para subir el importe que cobran muchos de los llamados transportistas privados, e incluso algunos pillos que utilizan medios estatales para darse una lucrativa escapadita.

La población, necesitada de moverse a veces a como dé lugar, no tiene más remedio que pagar lo que pida el chofer. Y es que no puede haber un inspector en cada esquina, ni se puede pretender que cada persona denunciará a los choferes violadores.

Claro que ningún gobierno puede permanecer de brazos cruzados, pero es un panorama tan complejo que es muy poco probable que una medida administrativa surta el efecto deseado.