La Habana, Cuba. – No hay cubano que deje de hablar de los altos precios y la inflación que vacía aceleradamente los bolsillos de casi todos. Esa sigue siendo la principal preocupación gubernamental y popular de una punta a otra del país.

Y parece ser un problema que no se resolverá de inmediato, porque depende de muchos factores internos y externos. La solución más rápida y directa es un reabastecimiento del comercio minorista que ponga la oferta a la altura de la demanda y hale los precios hacia abajo. Pero eso es apenas un deseo en las condiciones actuales del país y también del mundo.

El doble golpe de la pandemia y del bloqueo recrudecido puso a la economía al borde del nocao, al perder en poco tiempo el trece por ciento del Producto Interno Bruto, unos 3 mil millones de dólares, lo que explica la actual crisis de liquidez que sufre el país.

Desalmados aprovechadores

El déficit de oferta acrecienta la inflación y además arrastra la especulación y la reventa. Por eso, ha florecido una especie de mafia tropical que compra en las tiendas estatales y revende los productos después de inflar tres o cuatro veces el precio original.

Esos desalmados lucran con la penuria ajena y muchos, empujados por la necesidad o refugiados en la comodidad, pagan esos altos precios que algunos anuncian impunemente en sitios de WhatsApp. Pero lo peor es que hay artículos que salen al mercado informal después de escurrirse por las grietas del descontrol en comercios y almacenes, robados en complicidad con personal de esos centros.

La inflación es un fenómeno con causas económicas sembradas en el desabastecimiento, pero hay infladores que se están aprovechando para llenar sus bolsillos.

 

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