La pandemia del nuevo coronavirus ha sido un duro golpe para la salud y la economía cubanas, pero al mismo tiempo ha servido para reactivar todo el talento y la inteligencia acumulados en los últimos 60 años.

El gobierno ha puesto a la ciencia en el borde delantero de esta batalla contra un enemigo mortal e invisible y realmente el aporte ha sido contundente en la solución de problemas vitales para el país.

Ha sido la comprobación de la efectividad de tener un sistema educacional, en el que las Universidades son el último y más alto escalón.

También ha sido la confirmación, después de casi seis décadas de bloqueo, de la resiliencia nacional ante contingencias inesperadas.

Lo que ha hecho ahora la inteligencia colectiva habla alto de las potencialidades del país.

Resolver los problemas

El más resonante éxito de la ciencia cubana actual ha sido la elaboración en tiempo record de dos candidatos vacunales para enfrentar al nuevo coronavirus.

Pero también están los respiradores artificiales, el robot Palmiche o las más recientes aplicaciones digitales, todos logrados con la imprescindible integración entre varias instituciones científicas y productivas.

Y han llegado no solo cuando eran más necesarios, sino también cuando la noche era más oscura.

Todo lo hecho hasta ahora, y lo que se seguirá haciendo a partir de una elaborada Estrategia gubernamental estará dirigido a resolver viejos y nuevos problemas.

Porque es un imperativo de supervivencia nacional hacer que sea frecuente encontrarnos con productos que lleven la marca Hecho en Cuba.

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