
Con el objetivo de evaluar y enriquecer el texto del Proyecto de Ley Electoral, los diputados debaten las propuestas que serán sometidas a consideración del Parlamento Cubano
Desde hace unos días, los diputados analizan en sus territorios la nueva Ley Electoral que debe ser aprobada el mes próximo en la habitual sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular.
Prefigurados en la Constitución elaborada entre todos y recién aprobada, nuevos aspectos modifican el proceso de elección de las estructuras de gobierno, dándole mayor autonomía a los territorios, y con menos miembros del Parlamento y del Consejo de Estado en busca de mayor racionalidad.
Sin embargo, esa reducción de escaños se hará sin perder la representación territorial, que ahora será de uno cada 30 mil habitantes del municipio o fracción mayor de 15 mil.
Luego de tres meses de aprobación de la Ley Electoral, como establece la Constitución, en octubre, el Parlamento escogerá al Presidente de la República, quien propondrá al Primer Ministro, Viceprimeros Ministros, el Secretario y demás miembros del Consejo de Ministros.
De abajo a arriba y de arriba abajo
Todos los ajustes que trae la nueva Ley Electoral apuntan a la conformación de un aparato estatal más chico y efectivo. Ese Estado pretendidamente moderno tendrá un cordón umbilical directo con los territorios, los que cada vez más tendrán un protagonismo en la vida nacional.
No olvidemos, y eso parece ser una idea básica de cara a los años venideros, que también ahora los Planes de la Economía se conformarán desde abajo hacia arriba, con mayor relevancia para las empresas.
Esa combinación entre Estado y territorio se acerca a la concreción del sueño leninista del Poder obrero. Claro, con los matices de la realidad cubana.
Vamos hacia un ordenamiento que además requerirá de genuinos debates parlamentarios, en los que florezca la diversidad sin fracturar la necesaria unidad nacional.