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La Habana, Cuba. – Desde la medianoche quedó suspendido el Título 42, una normativa sanitaria aplicada durante la pandemia que hacía casi imposible pedir asilo en Estados Unidos.

Ahora, la incertidumbre ronda por los más de 3 mil kilómetros que separan a ese país de México, adonde continúan llegando emigrantes de toda Latinoamérica y de los más impensados países.

La Administración Biden ha dicho que serán deportados aquellos que no puedan demostrar lo que llaman un temor razonable de persecución en la nación de origen a la que serán repatriados. La medida busca reducir los cruces ilegales en la extensa frontera, donde además se han desplegado más de 24 mil soldados estadounidenses con toda la parafernalia militar.

Son decisiones pragmáticas que olvidan el problema de fondo.

Del Sur al Norte

Si bien la emigración hacia Estados Unidos es un fenómeno con raíces muy lejanas en el tiempo, el impacto económico de la pandemia ha potenciado ese flujo de personas hacia el Norte.

Tras el paso devastador del coronavirus, muchos países latinoamericanos han quedado al borde del nocao por la recesión y millones de personas han sido golpeadas por el hambre, la miseria y la desesperación.

Esa conjunción de factores, a los que se suma el fin de la aplicación del Título 42, hacen prever un tsunami migratorio contra las fronteras estadounidenses. En definitiva, las causas económicas prevalecen en el Sur empobrecido y la gente siempre busca un mejor horizonte.

Habrá que ver cómo la emigración es manejada ahora por Estados Unidos, un país que parece olvidar que nació del esfuerzo de unos emigrantes.