La Habana, Cuba. – Mientras las noticias sobre conversaciones de alto nivel entre los gobiernos de Cuba y Estados Unidos nutren el espectro informativo con cierta discreción en cuanto a resultados esperados, con inusitada rapidez se han producido 13 acciones de repatriación de alrededor de mil 416 migrantes irregulares en lo que va de 2023.

A la par, las autoridades cubanas “han reiterado el compromiso con una migración regular, segura y ordenada e insiste en el peligro y condiciones de riesgo para la vida que representan las salidas ilegales del país”.

Varios factores conjugan el nuevo escenario, esperado por el pueblo cubano y el concierto de naciones que año tras años votan en la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas contra el genocida bloqueo norteamericano, principal causa del fenómeno de la emigración.

¿Qué ofrecemos, qué recibimos?.

Las bases que sostienen la emigración en Latinoamérica como en Cuba son económicas, aunque con matices políticos diferentes. Para la región se sostienen en un sistema neoliberal fallido, para la Isla en el sostenimiento de las sanciones heredadas de la breve temporada Trump.

En cualquiera de los casos, atenuar el fenómeno significa modificar las causas, entendidas rápidamente como la necesidad de hacer profundos cambios en la visión económica con impacto social, respetando las exigencias y decisiones de los pueblos.

Cumbres y encuentros recientes, se diluyen en promesas insostenibles. Poco ha cambiado el escenario, es una verdad subyacente.

La administración Biden se adentra en el final del primer mandato, signado por escándalos ante la opinión pública doméstica. Mejorando las relaciones con el Continente tal vez abra las puertas a un segundo periodo presidencial.