La Habana, Cuba. – En medio de un juicio por malversación, al presidente derechista de Ecuador, Guillermo Lasso, no le tembló la mano para aplicar la llamada Muerte cruzada, un mecanismo legal que permitió disolver al Congreso y convocar a elecciones generales en seis meses.

Para hacer esa astuta movida, el mandatario utilizó el recurso, expreso en la Constitución, de ampararse en la ocurrencia de una supuesta conmoción interna.

El gobierno, que estaba muy debilitado políticamente, ahora podrá ejercerse mediante decretos, lo que temporalmente salva el pellejo de Lasso, pero abre una ventana de incertidumbre ante la posibilidad de nuevas convulsiones sociales.

Por eso, hay mucha preocupación sobre lo que hará el presidente ecuatoriano en el medio año restante, un periodo en el que de seguro tendrá que lidiar con una extrema sensibilidad política entre tirios y troyanos.

Volátil escenario

El presidente ecuatoriano, Guillermo Lasso, huyó hacia adelante con la decisión de disolver el Congreso y convocar a elecciones generales. Sabedor de su debilidad política, el mandatario decidió eludir un juicio legislativo del que incluso saldría ileso si rechazaran su destitución un tercio de los 137 diputados.

Para Lasso, el riesgo de ese eventual proceso era muy alto y prefirió jugársela en las urnas, porque nada le impide volver a ser candidato presidencial.

El escenario inmediato, aunque hay tranquilidad, es muy volátil y ya hay fuerzas políticas que anunciaron protestas.

Los seguidores del ex presidente Rafael Correa pudieran ser los ganadores, luego del éxito en las recientes elecciones parciales. El correismo entonces puede ser el salvador de Ecuador del lazo tendido por Lasso.