La Habana, Cuba. – Irma, con sus vientos horripilantes e inundaciones costeras nunca vistas, dejó una estela de daños que cubren casi toda la geografía de Cuba.

Todavía las autoridades no han podido concluir la cuantificación de los destrozos de ese meteoro, considerado como el mayor huracán formado en el Atlántico.

La destrucción que nos dejó es tan severa que nos costará tiempo y esfuerzo recuperarnos y por eso toda ayuda es bienvenida. Pero resulta que por obra y gracia del bloqueo y de sus regulaciones extraterritoriales, ni siquiera dejan que nos ayuden desde el extranjero.

El banco ING rechazó el ingreso de un holandés que quería hacer una donación para cooperar en la reconstrucción de nuestro país. La entidad financiera alegó que no realiza transacciones que tengan referencia directa o indirecta a ciertos países, en una lista que por supuesto incluye a Cuba.

Cuantiosos daños

Donald Trump no se ha escondido para proclamar que su administración continuará los intentos de asfixia económica, comercial y financiera contra Cuba.

Será el duodécimo de trece presidentes norteamericanos que en medio siglo han mantenido una política que nos ha costado casi un millón de millones de dólares, si se considera la depreciación del oro frente al dólar.

Es una espiral de daños que une, en un vergonzoso arco histórico, a Kennedy y a Trump mediante las leyes Torricelli y Helms-Burton, así como un sinfín de disposiciones que conforman el tupido entramado legal erigido contra nuestro país.

Por eso, ahora cuando el paso de Irma nos empuja hacia atrás hay que recordar que llevamos más de 50 años bloqueados y perseguidos por Estados Unidos y ese si ha sido el más devastador de los huracanes.