Compartir

La Habana, Cuba. – Hay calor, mucho calor. Y apenas ha llovido cuando mayo se cae del almanaque. ¿Qué pasa? ¿Por qué cada año sentimos temperaturas más altas, sequías más duras, lluvias torrenciales o huracanes más devastadores? ¿Se ha vuelto loca la Naturaleza?

Lo cierto es que el Cambio Climático, que algunos no quieren ver, es una realidad que cada día socava más la conservación del planeta. Y los 39 pequeños estados insulares, esas islitas regadas por el Pacífico, el Atlántico y el Caribe, pueden ser los primeros en desaparecer de la faz de la Tierra.

Por eso, se reunieron en Antigua y Barbuda, en una Cumbre que analizó los pobres resultados de la Conferencia de Samoa, realizada hace una década. Y es que los países ricos no han cumplido la obligación de limitar los daños causados por las emisiones de carbono.

Solo palabras

Los pequeños Estados insulares del Pacífico, el Atlántico y el Caribe, cuyas emisiones de carbono son insignificantes, son especialmente vulnerables a las crisis económicas y al aumento de las temperaturas, por su exposición a los desastres naturales, su elevado endeudamiento y la dependencia de las importaciones y del turismo.

El Norte industrializado y desarrollado solo ha asumido de manera retórica el compromiso de evitar que la temperatura global aumente más de 1,5 grados Celsio por encima de los niveles preindustriales.

Esa cifra es considerada como el punto en el que los fenómenos climáticos serán más graves e irreversibles. Pero pocos escuchan las voces de los más pequeños, que son los más vulnerables, mientras el calor nos abrasa y el Cambio Climático pone en juego a la supervivencia colectiva.