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La Habana, Cuba. – Necesitada de un repunte productivo, la agricultura en Cuba no acaba de encontrar el camino para aligerar la factura de alimentos de la nación.

Ni la seguidilla de medidas gubernamentales, ni la entrega de tierras en usufructo han logrado levantar un sector cuyos resultados constituyen desde hace años un asunto de seguridad nacional.

La agricultura favorece los encadenamientos por la demanda de insumos que tienen que asumir otras áreas productoras de maquinaria, fertilizantes, herbicidas, sistemas de riego y combustible. Además de la imprescindible producción de alimentos, en ese punto radica también el impacto sobre la economía nacional.

Sin embargo, la tierra también siente de manera directa la nefasta trilogía de los viejos problemas estructurales, la sombra oscura del recrudecido bloqueo y la mala influencia de la crisis internacional.

Potenciar las reservas

Los elevados precios de insumos como los herbicidas y el alimento animal, golpean hoy a la agricultura cubana, un área que pide a gritos un aumento de las inversiones. Pero más allá de esa necesidad, la gestión del sector debe modificarse a partir de las actuales condiciones económicas del país y también de la complicada situación en que nos ponen los efectos del Cambio Climático.

Hay que descentralizar procesos para que la demandada producción local ayude a cambiar la matriz importadora por seguridad y por soberanía.

Y hay que acercar más la ciencia a la tierra, para que el capital científico de la nación ayude a elevar la producción agrícola, único camino para la añorada disminución de los precios.

Todavía hay muchas reservas que potenciar para que, de una vez y por todas, quede saldada la deuda agrícola.

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