La Habana, Cuba. – Más de 200 empleados de comercio y gastronomía coludidos como mafiosos para malversar en una provincia. Trabajadores confabulados con otros de afuera para robar toneladas de pollo en un almacén. Cuatreros enredados en una penosa trama que terminó en un asesinato … los últimos delitos publicados, y los que faltan, evidencian un ascenso de las ilegalidades muchas veces propiciado por la falta de controles administrativos.

Y esa ausencia de control genera un sentimiento de impunidad en los delincuentes, que roban una y otra vez. Muchas acciones delictivas, además, del daño a propiedades personales, golpean con crudeza a la economía nacional en un momento de estrecheces de todo tipo.

Precisamente esa dura situación económica del país es un agravante a la hora de juzgar los delitos, como está previsto en el Código Penal.

Actitudes negativas

La pandemia, y la crisis económica asociada, impactaron sobre toda la sociedad y por ende en los valores de algunas personas. La proliferación de hechos delictivos de gran envergadura habla de la degradación de actitudes, porque no se puede justificar una ilegalidad con la dura situación que vive el país.

El contexto puede ser propicio para delinquir, pero en última instancia eso lo determina la actitud personal. Por eso, hay que aplicar mano dura para preservar el bienestar social y promover el respeto a la legalidad desde los controles administrativos y el accionar policíaco.

Ni el robo descarado, ni la solapada corrupción, tienen cabida en la Cuba de hoy, donde la mayoría hace malabares no solo para llegar a fin de mes, sino para alimentarse cada día. Es hora de entre todos controlar el descontrol.