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La Habana, Cuba. – Signo de malos presagios ha sido la ausencia del candidato de la derecha dura venezolana en la firma de un acuerdo que compromete a acatar los resultados, tras los comicios presidenciales del 28 de julio.

La actitud de los partidos que antes apostaron por la violencia, ha sido la misma desde que Hugo Chávez inauguró el proceso bolivariano: o no participan, o llaman a la abstención, o dicen que la contienda no fue limpia y pretenden deslegitimar al vencedor.

La Plataforma Unitaria Democrática, que es la coalición donde han logrado nuclearse nuevamente, quiso provocar la descalificación del proceso proponiendo a una política inhabilitada, María Corina Machado, como su candidata.

Impedidos de inscribirla y bajo el riesgo de quedar fuera, optaron a última hora por Edmundo González, un ex diplomático poco conocido que ha eludido el compromiso con la ley.

Contra la injerencia

Desconocer los resultados electorales sería una peligrosa pantomima, porque constituiría la excusa para dar paso a la inestabilidad y llamar a las guarimbas.

Pero también daría sustento a la intromisión de quienes, desde afuera, intentan revertir la Venezuela chavista. No se trata solo de Washington y las sanciones que castigan al país desde 2015.

La Unión Europea, que en algún momento acató las posiciones de Donald Trump y desconoció la presidencia de Nicolás Maduro, se ha convertido en punta de lanza contra estos comicios desde que Caracas revocó la invitación que había cursado a una misión de observadores del bloque.

La medida se tomó después que Bruselas impusiera nuevas sanciones a funcionarios chavistas. Reconocer los resultados blindaría a Venezuela de esa y peores formas de injerencia, que solo beneficiarían a la oposición.