La Habana, Cuba. – No cede la sequía. Ni siquiera las lluvias de las últimas semanas han recuperado de manera sensible las cuencas hidrográficas subterráneas, cuando restan dos meses para que concluya el período lluvioso que va de mayo a octubre.

Desde hace unos tres años  los cubanos vivimos una disminución de los volúmenes almacenados en las 242 presas gestionadas el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos y el panorama más inmediato no es muy alentador.

Hay pocas esperanzas de que esa situación cambie en corto plazo y solo la llegada de un huracán, que traiga poco viento pero mucha agua, pudiera aliviar de un golpe la falta de precipitaciones que sufre el país.

Aunque muchos no lo crean, la sequía es un fenómeno silencioso que causa tantos estragos, o quizás más, que un estruendoso huracán.

Se seca el centro de Cuba

La sequía golpea más duro en el centro del país, donde Ciego de Ávila, que fue el primer territorio en tensión por la crisis hídrica, continúa siendo el más afectado, seguido por Sancti Spíritus, Camagüey y Villa Clara.

En esas cuatro provincias el agua acumulada en los embalses ha estado en niveles muy bajos, de entre 10 y 15 por ciento, incluso en la presa Zaza, la más grande de la nación.

Aunque en el centro el problema es grave, no es mucho mejor la situación en las otras zonas del país, por eso los constantes llamados gubernamentales al ahorro a lo largo y estrecho de la geografía nacional.

Nadie, ya sea una empresa estatal, un pequeño agricultor o una familia citadina, puede darse el lujo de despilfarrar lo que tanto nos falta, sobre todo ahora que Cuba pide el agua por señas.